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dementia 13

dementia 13

Dementia 13

Director: Francis Coppola.

Guión: Francis Coppola

Intérpretes: William Campbell, Luana Anders, Bart Patton, Mary Mitchel, Patrick Magee, Eithne Dunne.

Música: Ronald Stein.

Fotografía: Charles Hannawaltt.

EEUU-Irlanda. 1963. 75 minutos.

 


 

 

 

Exploit hitchcockiano

 

Reseñar la que está considerada opera prima de Francis Coppola puede venir al dedo para cavilar sobre las diferencias –a menudo poco claras- entre un filme de serie B y un filme de serie Z. Un buen filme de terror de serie B podría ser House on haunted hill (1959) dirigida por un magnífico aunque bastante olvidado director, William Castle. Un buen filme de terror de serie Z, y parangonable temáticamente al anterior, podría ser éste que ahora nos ocupa, Dementia 13, cuyo visionado no soporta en modo alguno la escrupulosidad del espectador acostumbrado a los estudiados acabados visuales y formales a los que la industria nos tiene acostumbrados (la de hoy como la de ayer), que sostiene una trama que además de bastante pobre está resuelta de un modo deslavazado, al que se le ven no pocas costuras y que, en definitiva, se nos aparece como nada más que un mero exploit de un célebre filme estrenado cuatro años antes: Psycho.

 

 

Coppola y Corman

 

Pero quizá conviene efectuar una serie de precisiones sobre las condiciones de producción, y quizá un más pertinente criterio podrá aflorar: Dementia 13 es un filme de la factoría de Roger Corman, productor famoso por llevar a las últimas consecuencias (y extraer los máximos réditos comerciales) de los low budgets (bajos presupuestos): sin ir más lejos, este filme fue realizado con fondos sobrantes de otra película que por aquellos días estaba produciendo Corman (concretamente, veintidós mil dólares); Coppola, que estando en periodo de formación como cineasta colaboraba en aquella factoría en empeños diversos, oyó que Corman quería realizar un filme que contuviera la palabra “demencia” en el título, y de ahí pergeñó, en tres días, un guión de ribetes góticos y terroríficos, del que le expuso una idea al productor para convencerle (una chica se quita la ropa, se mete en un lago, y al salir es asesinada brutalmente); tampoco es baladí anotar que el filme se rodó en una semana y on location, en un castillo irlandés, y que después se efectuaron algunos remedos aislados en sede de posproducción, para añadir la sangre y visceras que el productor echaba de menos al invento.

 

 

Coppola rising

 

Con semejantes coyunturas, quizá uno puede empezar a convenir que Dementia 13 no es una mala película. Que Coppola domina el ritmo y aunque su narración a menudo avance a trompicones y resulte hasta previsible, no se le puede negar la posesión de algo tan fundamental como la capacidad para sugestionar; que se mueve con soltura y habilidad en una puesta en escena que sabe hacer virtud de la necesidad en el juego de claroscuros de la fotografía en blanco y negro (los contrastes visuales entre la sempiterna lobreguez ambiental y el pelo rubio, tez clara y vestidos blancos de las dos chicas jóvenes con peso en la trama); que se maneja con pericia en el género con el que lidia, extrayendo jugosos detalles de la austera ambientación, de los esquinados espacios y tránsitos de aquel castillo, y de los objetos como elementos del terror -juguetes, una radio que sigue sonando en el fondo de un lago, una muñeca de cera a tamaño natural-; que puestos a explotar estilemas narrativos hitchcockianos, se atreve a asesinar al personaje que creíamos protagonista a la media hora de metraje (como le sucedía a Marion Crane/Janet Leigh en Psycho); y ya puestos a psicoanalizar la mente creadora, que se pueden hallar algunas concomitancias entre los Haloran y los Corleone (o al menos, que una visión obscura, trágica, del elemento familiar trasciende del argumento del filme, su tono y hasta su trama).

 

 

         Dignidad

 

Así las cosas, tampoco nos llamaremos a engaños: Coppola apuntaba maneras y mostró su habilidad narrativa en el planteamiento de la obra y en la solución de diversas escenas a retener, dio muestras de sentido de la oportunidad y pericia en el manejo de los elementos cinematográficos, pero Dementia 13 no es ninguna maravilla. Recapitulemos: filmes de serie B como House on haunted hill o las películas que Terence Fisher dirigió para la Hammer pueden conseguir el status de obras maestras del cine; filmes de serie Z, como éste, pueden, a lo sumo, merecer el epíteto de dignas.

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