corazonada
One from the heart
Director: Francis Coppola.
Guión: Francis Coppola, Armyand Bernstein.
Intérpretes: Frederic Forrest, Teri Garr, Harry Dean Stanton, Raul Julia, Natassja Kinski, Allen Garfield.
Música: Teddy Edwards, Tom Waits.
Fotografía: Ronald Victor Garcia, Vittorio Storaro.
EEUU. 1982. 116 minutos.
De sobras es conocida la condición de película maldita que ostenta Corazonada, cuyo fracaso económico significó el hundimiento de la American Zoetrope y el embargo –visto lo visto hasta 2008, diríase que- vitalicio de su realizador, obligado a dedicarse a películas de las denominadas alimenticias, y al abandono de hecho de su legendaria megalomanía. Es el parecer de quien suscribe que el rotundo fracaso comercial de esta espléndida película radica en buena parte en el menosprecio con el que la crítica (tan proclive a vender ascensos a la gloria y descensos a los infiernos) la persiguió ya desde antes de su realización. El gusto de Coppola por expresarse libremente, por experimentar siempre sin miedo al riesgo, y por moverse en la cuerda floja, fue probablemente lo que, a la larga, encabronó a críticos y demás voces con influencia en la Industria. Si no fuera así, estaríamos hablando de un perplejante complejo de miopía colectiva, toda vez que la elegancia coppoliana se dio la mano en esta película con un hálito de modernidad que incluso tantos años más tarde permanece inmarcesible.
De lo intuitivo
Modernidad en el planteamiento, por supuesto, de rodar un musical completamente en estudio (subrayo el “completamente”). Y hacerlo en una época en la que el musical estaba en vía muerta (otros musicales de los años ochenta: The Blues Brothers, Grease, This is Spinal Tap…). De dotar a ese género perdido –y que para muchos es el paradigma de los géneros- de nuevas marcas de identidad, despreciando en parte la servidumbre a un seguimiento lineal de los acontecimientos para apostar por la introspección en la lírica pura de imágenes y piezas musicales desde un punto de vista radicalmente intuitivo, lírico, libre de sumisiones narrativas.
Del espectáculo
Todo en One from the heart nos habla de la poesía, la melancolía, el romanticismo. La trama no pretende ir más allá de la mera excusa para desplegar, con todo lujo (y mimo) de escenografía (y el contrapunto del buen hacer de las sugerentes partituras de Teddy Edwards que interpreta Tom Waits), el superespectáculo sensorial que la pantalla de cine puede promover. A fe mía que Coppola lo logró, despachó una película de bellísima manufactura, plagada de momentos de una plástica y belleza innegables, y sazonada con manifestaciones de la más sincera emoción.
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