codigo 46
Code 46
Director: Michael Winterbottom.
Guión: Frank Cottrell Boyce.
Intérpretes: Tim Robbins, Samantha Morton, Togo Igawa, Nabil Elouhabi, Om Puri, Nina Fog.
Música: Steve Hilton, David Holmes.
Fotografía: Alwin H. Kuchler, Marcel Zyskind
GB. 2003. 107 minutos.
En la estimulante película que nos ocupa, Michael Winterbottom nos traslada a un futuro más o menos cercano. En uno de sus continuos devaneos con los géneros del realizador inglés, en Code 46 ubica su discurso en la ciencia-ficción de raigambre filosófica, y nos transporta a una sociedad marcada por la tecnocracia más absoluta, donde la tecnología punta está al servicio de una estricta legalidad que promueve una ciudadanía de primera clase y un sub-statu quo para aquellas personas que carecen de las condiciones óptimas (desde el punto de vista físico, pero también intelectual, moral...) que esa sociedad globalizada considera pertinente para funcionar.
Valores superiores
Sin ánimo de elucubrar las múltiples referencias que una narración de esta índole contiene, decir que la historia de Winterbottom se sitúa a medio camino entre los retratos futuros de THX 1138 y Gattaca, y no apura en imágenes la opresión existencial que describía aquella desesperada película de Lucas, pero tampoco plantea su historia en base al desarrollo más o menos convencional y aséptico de la fábula de Niccol. Winterbottom enlaza con una obra anterior aparentemente antitética a la que nos ocupa, In this world. Como en aquélla, traslada al espectador una marcada sensación del ninguneo que la existencia humana sufre por los caprichosos, restrictivos y despiadados designios de las estructuras de poder. En la presente, vestida de parábola futurista, no sentimos el dolor epidérmico de las imágenes de refugiados, pero sí quedamos embebidos de la sensación de silente desesperación que viven aquellos actores del círculo infrahumano retratado.
Dolor, libertad
Robbins y Samantha Morton echan el resto en una trama argumental que, por lo demás, está magníficamente hilvanada, y que alcanza un clímax tan inolvidable como terrible en la secuencia en la que probablemente sea una de las secuencias eróticas más dolorosas del cine: María solicita ser atada para luchar contra su propio cuerpo, y para salvar su más elemental dignidad, sus sentimientos, su libertad.
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