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el guateque

el guateque

The Party

Director: Blake Edwards.

Guión:Blake Edwards, Tom y Frank Waldman.

Intérpretes: Peter Sellers, Claudine Longet, Natalia Borisova, Jean Carlson, Marge Champion, Al Checco.

Música: Henry Mancini.

Fotografía: Lucien Ballard

EEUU. 1968. 109 minutos

 


 

 

     El gran Sellers

 

 

No sé qué sucede con los cómicos, que siempre son vapuleados por su crítica contemporánea, o, dicho con otra cadencia, su arte no es tomado suficientemente en serio –ni por tanto se conoce en profundidad- hasta que el tiempo impone distancias que sirven para derribar barreras. Peter Sellers sería un ejemplo paradigmático: ahora nadie pone en duda su inmenso talento cinematográfico (otro ejemplo sería Jerry Lewis, otros más actuales, Steve Martin y Bill Murray; de los pioneros del cine, podríamos citar a Buster Keaton y Harold Lloyd, ambos mucho más que dos vehículos físicos para lo hilarante). En el caso de Sellers, talento constatable en variopintas obras que van, por ejemplo, de una a otra apariciones en la filmografía de Kubrick (Dr. Strangelove por cuadruplicado y Lolita), y pasan incontestablemente por esta obra que nos ocupa, uno de los ya clásicos filmes que nos dejó Blake Edwards.

 

 

Peligros de la opulencia

 

The Party se plantea como un ejercicio de puro slapstick que toma como punto de partida las maravillosas hazañas cinematográficas de Jacques Tati –no sólo en la concepción visual sino también en la descripción de la modernidad como campo de batalla para el sufrido protagonista- y las traslada a su tiempo y lugar: los sixties y un guateque organizado por un acaudalado ejecutivo de uno de los grandes estudios hollywoodienses. Con esta sencilla baza, y constante un metraje mayoritariamente planteado casi a tiempo real, como si de una opereta se tratara, Blake Edwards y Peter Sellers manejan un guión a la par elegante y divertidísimo, y trastornan en sorna e hilaridad las convenciones establecidas sobre el mundillo de Hollywood, retratando en clave de gadgets continuos el sinfín de tics de esa aristocracia de Beverly Hills. La cámara de Edwards aparece siempre tan agazapada como el propio protagonista de este weird vaudeville, y ofrece una mirada distante, fría al microcosmos que retrata, consiguiendo con ello afilar el discurso, la acidez siempre patente, finalmente desatada.

 

 

Masterpiece de Edwards

 

Auspiciada por la Mirisch, esa productora que estaba tras no pocas grandes obras de Billy Wilder, The Party es una comedia deliciosa, y de una idiosincrasia muy peculiar, cuyo único parangón en el cine americano sólo puede buscarse en retazos aislados de la filmografía de su autor.

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