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the Ladykillers

the Ladykillers

The Ladykillers

Director: Joel Coen.

Guión: Ethan Coen.

Intérpretes: Tom Hanks, Irma P. Hall, Marlon Wayans, J. K. Simmons, Tzi Ma, Ryan Hurst.

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Roger Deakins.

EEUU – 2004 – 113 minutos.

 


 

 

De la Ealling al Mississippi

 

 

Mucho se ha escrito sobre la singular filmografía de los Coen, pero parece que esta ocasión resulta al efecto, y válgase la redundancia, singular, puesto que The Ladykillers es un remake puro y duro de un celebérrimo clásico de la Ealling inglesa, por estos pagos conocida por el título de El quinteto de la muerte. En la translación al universo coeniano, la historia se vertebra narrativamente de modo similar a su ilustre precedente, si bien las diferencias de primer orden se revelan en su ubicación temporal y espacial. Temporal, en la actualidad (¿?), y espacial, en una imposible población del sur norteamericano, a las orillas del Mississippi (y digo imposible porque el filme hace hincapié en la preeminencia social de la comunidad negra), de lo que resulta la ornamenta sonora con motivos de raigambre claramente negra, como el gospel, el blues o el soul.

 

 

Ritmo

 

  El filme empieza con una serie de sketches, más o menos afortunados, de presentación de los personajes, y va hilvanando la trama en ese tono caricaturesco característico de parte de la filmografía de los Coen, que tiene el mérito de superar, a medio metraje, la distancia entre la sucesión risible de gags y la auténtica narración de una historia. En efecto, The Ladykillers parece recorrer una senda rítmica extraña, pero su trama (por lo demás ya conocida) va ganando interés con el transcurrir de los minutos de metraje.

 

 

      Touch Coen

 

  Sin poder situarlo entre las mejores piezas de los hermanos Coen, entre otras cosas porque el filme revela a las claras su filiación de puro divertimmento estilístico, sí que se aprecian los habituales detalles de clase en la puesta en escena de los realizadores de Barton Fink, detalles como la utilización del retrato del difunto marido de la anciana protagonista, el homenaje al tono sombrío del original versionado en los planos nocturnos en que se muestra una huída de la vivienda (ya sea del gato o de uno de los ladrones) o el despacho de los cadáveres en un abrevadero marítimo (que deviene la coda de la película, trasladada de la vía del tren en el original). Quien suscribe la presente también aprecia las jocosas, por excesivas, interpretaciones de Tom Hanks e Irma P. Hall.

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