desmontando a Harry
Deconstructing Harry
Director: Woody Allen.
Guión: Woody Allen.
Intérpretes: Woody Allen, Judy Davis, Billy Crystal, Tobey Maguire, Robin Williams, Kristie Alley, Elisabeth Shue.
Fotografía: Carlo Di Palma
EEUU. 1997. 101 minutos.
¿Debilidad?
Quién iba a decir que sería pertinente, a esas alturas de su filmografía, el siguiente comentario: Woody Allen se destapa del todo en esta auto-deconstrucción que él mismo protagoniza, estudio desprejuiciado, minucioso y brillante de sus algo tocadas –pero no hundidas- constantes vitales y creativas. Quien haya visto Deconstructing Harry ya no puede meterse con lo que Allen critica, ya no puede quejarse de su misoginia, o de que compare la religión con una convención sectaria de Star Wars. Y no puede porque Allen, más que reprochar, se confiesa en esta su penúltima obra maestra: no necesitamos más de diez minutos para conocer con todo lujo de detalle las debilidades y desequilibrios, a menudo enfermizos, de un hombre en lucha constante contra sí mismo, y que sólo reivindica (o lo intenta) que su debilidad es la causa de su obra.
Vasos comunicantes
Así las cartas sobre la mesa, el espectador recibe una descarga emocional tras otra, que Allen viste con las galas de sus más mordaces gags, cuyo mordiente esta vez esconde agrias reflexiones personales. Buceando en referencias diversas (los maestros europeos, como siempre, y la intertextualidad con su propia obra previa), el jugo discursivo emana del juego –que a medio metraje deviene cruzado- entre realidad y ficción, de lo que termina derivando la paradoja de una creación cuyos resortes neuróticos resultan más visibles que nunca y al mismo tiempo una de las más aceradas y lúcidas deliberaciones cinematográficas de su autor.
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