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traidor en el infierno

traidor en el infierno

Stalag 17

Director: Billy Wilder.

Guión: Billy Wilder y Edwin Blum, basado en una obra de Donald Bevan y Edmund Trzcinsky

Intérpretes: William Holden, Don Taylor, Otto Preminger, Robert Strauss, Harvey Lembeck, Peter Graves.

Música: Leonid Raab.

Fotografía: Ernest Laszlo

EEUU. 1953. 107 minutos.


 

 

 

   Wilder y la guerra

 

Dirigida por Billy Wilder en 1953 partiendo de una pieza teatral satírica de Donald Bevan y Edmund Trzcinsky, esta Stalag 17 se inscribe en las obras de su autor apriorísticamente alejadas del género que más fortuna crítica y de público le reportó, la comedia, si bien su extraña idiosincrasia tampoco admite su calificación neta de película dramática o incluso bélica. El género correcto para definirla sería el de “comedia dramática y de situación en contexto bélico rubricada por Wilder”, por cuanto el realizador de The Lost Weekend pone en solfa todas sus conocidas aptitudes para lo hilarante con un punto agrio, y ello combinado con ribetes de absurdo, enfrascado todo en un hálito alegórico cuyas pautas son bien conocidas.

 

 

Clases de supervivencia

 

     Para la ocasión –narración del día a día en un campamento de prisioneros alemán en el marco de las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial-, la historia de traición que viste la trama a menudo parece una mera excusa para la narración de la idiosincrasia del recluta que de forma tan brillante incorpora William Holden, quien, visitiendo todos los tics del capitalista pícaro y superviviente, nos sirve a menudo la extraña paradoja de considerarlo, en cierto modo, el auténtico villain de la función –mucho más que los alemanes, que Wilder no pinta nada feroces-, por cuanto consigue extraer réditos de la miseria y el dolor humanos consustanciales a la situación en que se encuentran en ese barracón 17. Con momentos de innegable atractivo cómico, que conforme avanza la narración se compensan con diversas situaciones de tensión muy bien construidas, de Stalag 17 retenemos ese imposible aliento de sorna, o en el apartado visual la importancia de los objetos –como los que sirven a la traición-, tan caros al estilo Wilder.

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