Charlie y la fábrica de chocolate
Charlie and the Chocolate Factory.
Director: Tim Burton.
Guión: John August, basado en la obra de Roald Dahl.
Intérpretes: Johnnie Depp, Freddie Highmore, David Kelly, Helena Bonham-Carter, Noah Taylor, Christopher Lee.
Música: Danny Elfman.
Fotografía: Philippe Rousselot.
EEUU. 2005. 102 minutos.
Que Tim Burton volvía a estar en forma lo constatamos tras visionar la espléndida Big Fish. Acto seguido nos llegó uno de los proyectos largamente abrazados por Hollywood, la adaptación de la ya clásica obra homónima de Roald Dahl, que narra cómo Charlie Bunkett, un niño de familia más que humilde y de bondad más que irreprochable (bien incorporado en el filme por Freddie Highmore, actor precoz con el que Depp ya lidió poco antes en la correcta Finding Neverland) conoce al magnate Willy Wonka, propietario de una antaño próspera fábrica de chocolate, al que rodea una aureola de extravagancia.
Fantasía y cinismo
La visión del encuentro entre semejantes personajes auspicia una lectura por parte de Burton que, a la par de respectuosa con el texto literario, le permite dar rienda suelta a sus constantes visuales, transportándonos a un terreno fantasioso en el que lo extraordinario se da la mano con lo sórdido, a menudo punteado de un hálito tan audaz como cínico –así sucede en la descripción de los diversos tics que vertebran la idiosincrasia imperfecta (y tan actual) de cada uno de los comparsas de Charlie en la visita a la fábrica de Wonka-. En cierto modo, puede decirse que esta Charlie and the chocolate factory es una obra muy cercana a Edward Scissorhands, pero que no renuncia a las fórmulas ácidas de Beetlejuice o Mars attacks, y sabe integrarlas con elegancia, haciendo fácilmente digerible al espectador lo que en realidad resulta bastante complicado.
Storytelling
Soy de la opinión que Burton es mucho mejor creador de atmósferas que estricto narrador. El diseño de producción y su plasmación visual resulta tan despampanante como acostumbra en sus películas, pero en esta ocasión, y sin brillar al nivel de Ed Wood, su filme más redondo, sí consigue incardinar esa atmósfera en una narrativa de sólida envergadura, que mantiene un vibrante pulso durante la primera hora de metraje, y después se desincha un tanto hasta el también perfectamente rubricado desenlace.
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