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Batman begins

Batman begins

Batman Begins.

Director: Christopher Nolan.

Guión: David S. Goyer y Christopher Nolan, basado en los personajes creados por Bob Kane.

Intérpretes: Christian Bale, Liam Neeson, Michael Caine, Morgan Freeman, Ken Wetanabe, Tom Wilkinson, Rutger Hauer, Katie Holmes.

Música: James Newton Howard y Hans Zimmer.

Fotografía: Wally Pfister.

EEUU. 2005. 133 minutos.

 


 

 

 

    Batman, años cero y uno

 

“Por sus actos les conoceréis”: a Batman y a Christopher Nolan, of course. Mal a quien le pese, el realizador de The Prestige no se  amilanó un ápice ante los fueros del mainstream en esta brillante e inspirada puesta en escena de lo que podríamos denominar la génesis del hombre murciélago (adaptación libre de uno de los mejores cómics del superhéroe: “Batman, año uno”, de Frank Miller). El realizador de Memento aboga por una revisión del mito de Gotham desde una óptica que exhala interés y emoción a partes iguales: nos acerca al personaje desde la perspectiva adulta y psicológica, y –en coherencia con la gestación de un héroe que podemos encontrar en tantas páginas de los anales del cómic-, nos habla del hombre. Del hombre y de su obsesión. En una extensa presentación del personaje (tan extensa que trasciende del mero prólogo), utiliza una narración a dos niveles –que se concatenan a la perfección, visual y narrativamente- para hacer creíbles las condiciones que llevan a un chico adinerado de una gran urbe a convertirse en lo que será. Se trata de un relato sobre el miedo, una sencilla y bella parábola sobre la búsqueda de la virtud por la senda del enfrentamiento contra los propios fantasmas. Y la cámara de Nolan, ya de entrada, se arrastra por el suelo, bucea por la oscuridad, parece empeñada en escrutar el alma del personaje (y a fe mía que lo consigue en secuencias tan espléndidas como la visita deliberada de Bruce a la que se convertirá en Batcueva). Ya desde esas primeras imágenes, descarnadas y sabias como las de Memento, alérgicas a la luz y al detalle, sabemos que el Batman de Burton ya es historia, que el concepto visual de este realizador está en las antípodas del barroquismo y la irrealidad perceptible del realizador de Beetlejuice.

 

 

Tensión, emoción

 

Cuando Bruce Wayne vuelve a Gotham para quedarse, cuando la aventura de rigor empieza a gestarse (maravillosamente insertada a la previa presentación, aprovechando los recovecos de todos y cada uno de los personajes en liza para proyectar el conflicto en ciernes), Nolan no abandona el sentido de su discurso en imágenes, y, sin descuidar los elementos característicos, consubstanciales del personaje de cómic, nos continúa arrastrando por su epopeya en la oscuridad. Hay rastros de film noir en algunas de las secuencias, y un espacio para el horror desatado en la plasmación de la tragedia que late contra la ciudad y que Batman, eso sí que lo sabemos, va a combatir. La convencional historia de amor no se cuela hasta el último instante de la narración (en la penúltima escena; la última nos habla de una más que prometedora secuela), y es porque no podía colarse antes: no hay oxígeno entre los resortes de la sibilina y magnética historia que se despliega ante nuestros ojos.

 

 

Aspectos técnicos

 

Nolan nos arrastra por un torrente de emociones que se alarga más allá de los 130 minutos. El elaborado guión tiene mucho que ver con ello, pero también los pertinaces aderezos escenográficos, la inteligente planificación de las secuencias de acción, el gusto por la fisicidad, el pertinente contrapunto musical de Zimmer (arropado por James Newton Howard, según nos dicen los créditos), y, cómo no, la inestimable presencia en pantalla de un elenco actoral que quita el hipo, empezando por Christian Bale (que da la medida exacta del héroe de Miller, perdón, de Nolan), y siguiendo por un plantel de secundarios de la talla de Liam Neeson, Michael Caine, Morgan Freeman, Ken Wetanabe, Tom Wilkinson, Rutger Hauer y Katie Holmes. Ahí es nada.

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