star wars: Episodio III
Star Wars, Episode III:
The Revenge of the Sith.
Director: George Lucas.
Guión: George Lucas
Intérpretes: Ewan Mc Gregor, Hayden Christensen, Natalie Portman, Ian McDiarmid, Samuel L. Jackson, Anthony Daniels, Frank Oz.
Música: John Williams.
Fotografía: David Tatersall.
EEUU. 2005. 130 minutos.
Decía Quim Casas, en un comentario muy divertido, que este tercer y último episodio de la saga galáctica de Lucas liberaba al crítico de esa a veces farragosa necesidad de cuidar sus comentarios para no estropear el final. En efecto, quien más quien menos, todo espectador de este excelente capítulo final sabe todo lo que sucedió previamente, y sobretodo todo lo que queda por suceder. El espectador sabe incluso más que Yoda, quien en un momento del metraje, haciendo un alarde de su sabiduría superior, comenta a Mace Windu que “a lo mejor la profecía del que devolverá el equilibrio a la fuerza se interpretó mal”. El espectador se sabe al dedillo la vida de Luke y de Leia, y cómo el primero se convertirá en Jedi y conseguirá a su vez que Anakin, su padre, abandone in extremis el lado oscuro, y devuelva ese equilibrio a la fuerza.
Impecable técnica
Toda esta perorata me sirve para comentar uns aspecto cabal relativo a los méritos de Lucas desde el punto de vista narrativo: la tarea más difícil a desarrollar en este episodio que permanecía inédito en las retinas del espectador consistía básicamente en conseguir que el enlace entre lo previo y lo sucesivo no fuera tan obvio como podía preveerse, sino que consiguiera arrastrar la atención y emoción del espectador más allá de lo anecdótico o del gusto por la iconografía reconocible. Lucas lo logra con creces, y ello merced tanto del cuidado por la historia que narra como por el impecable acabado técnico del filme –que hace bueno y plausible el cliché tantas veces escuchado de que la infografía avanza a pasos agigantados: este Episodio III es de aquellas películas que, como 2001: a space odissey en 1970, como la propia Star Wars en el 75, Terminator 2 en 1991, Jurassic Park tres años después, o The Lord of the Rings: The Two Towers en 2002, se erigen en referentes visuales de un avance tecnológico, en este caso tanto por su prodigalidad como por la nitidez con la que logra salvar el mayor escollo de la infografía: dar visos de tangibilidad a lo que se ha difundido sobre una pantalla azul (superando netamente la ya encomiable tarea de la ILM en las dos precedentes películas de esta trilogía).
Entre el entertainment y el lado oscuro
Lucas sabe que lo que en esencia le toca narrar, más allá de los FX y de los desmanes técnicos, es una historia profundamente dramática, la historia de una pérdida, la de Anakin, cuya superlativa trascendencia la hace equiparable con la pérdida de un sistema político sostenible, la democracia, que da paso al unívoco imperio. Lucas concentra su(s) fuerza(s) en la narración detallada de dicha circunstancia, y codificadas las intenciones del guionista/realizador en la tragedia, mesura el ritmo de la película de modo que los acontecimientos graves –a partir del asesinato de Mace Windu- vayan sucediéndose en un crescendo que no deja espacio ni para el aliento. Por ello, y con la intención de no defraudar a aquéllos que ven en la saga galáctica uno de los máximos exponentes del entertainment puro y duro, se saca de la manga un electrizante principio de la película que regala casi media hora de, simplemente, eso: aventuras a raudales, persecuciones galácticas y duelos a espada láser, peripecias de R2 y clímax imposibles. Un espectáculo tan solvente como Lucas sabe servirnos, cuya mejor declaración de intenciones es el primer plano de la película, un travelling de considerable duración que nos pone en situación de la forma más hechizante posible. A partir de ahí la historia sigue por los derroteros ya comentados, y Lucas engrasa la maquinaria de la forma más inspirada que le hemos visto desde los últimos compases de Empire Strikes Back, dejando un sinfín de secuencias memorables, no ya sólo las de acción –si me tengo que quedar con alguna, posiblemente me decantaría por la lucha de Palpatine contra Yoda-destrucción del Senado -, sino también las que desarrolla el levantamiento del velo del lado oscuro, los detalles revelados en la sutileza de las maquiavélicas arengas que Palpatine le dedica al confuso Anakin (esa magistral secuencia en esa especie de ópera galáctica).
Actores
Acaso el único punto débil de la película reside en la poco trabajada dirección de actores, que queda patente en la afectada interpretación de Hayden Christiensen, incapaz de dar la medida de un papel con mucha enjundia. Sí lo consigue Ewan Mc Gregor en la piel que treinta años antes calzara Sir Alec Guiness, logrando la justa medida entre los diversos registros que de su personaje son esperables.
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