el imperio contraataca
Empire strikes back
Director: Irwin Keshner.
Guión: Leigh Brackett y Lawrence Kasdan, en base a una historia de George Lucas.
Intérpretes: Mark Hammill, Alec Guiness, Harrison Ford, Carrie Fisher, David Prowse, James Earl Jones, Billy Dee Williams, Peter Mayhew, Kenny Baker, Anthony Daniels, Frank Oz.
Música: John Williams.
Fotografía: Peter Suschitzky.
EEUU. 1980. 131 minutos.
Segundas partes…
A menudo se cita a esta Empire Strikes Back junto a The Godfather Part II como ejemplos paradigmáticos de que no todas las secuelas son peores que sus precedentes. Que no fallan en el ejemplo de la saga Corleone me parece de todo punto indiscutible (si bien insertando el matiz de que, en lo que concierne a la comparativa de las dos películas de Coppola, las obras maestras se igualan, pero no se superan). En lo que concierne a la saga galáctica de Lucas, hay motivos evidentes que explican la sensible mejora que el segundo capítulo (quinto, para freakies) introduce respecto del original, motivos para todos los gustos, para todos los enfoques que admite la visión de la fantasía galáctica por excelencia del cine mainstream: primero, Lucas deja de recibir el sinfín de presiones que le atenazaron previo el estreno de Star Wars, y puede así concentrarse en su trabajo, llegando incluso a ceder la dirección de la película a un solvente artesano, Irvin Keshner –autorrelegándose Lucas a la tarea embrionaria (articular la trama) y a la supervisión (productor), lo que demuestra cuán consciente era del estatus primordialmente industrial del producto- ; segundo, Lucas mantuvo la cabeza fría tras la borrachera de dólares del precedente, y supo arroparse de magníficos guionistas –Lawrence Kasdan y Leigh Brackett- que supieron engrandecer la simple trama sobre el bien y el mal que una vez el bueno de George elucubrara bajo influencia de antiguos manuscritos de raigambre mitológica; tercero, la ILM –los FX- ya no tenía nada que ver con la destartalada factoría que, John Dykstra a la cabeza, se encargara del original, y los alardes técnicos y el maquetismo presentan una visible mejoría, alcanzando cotas de auténtico virtuosismo visual.
Excelencia galáctica
Con esta suculenta baraja sobre el tapete –en la que, no me cansaré de insistir, Lucas dictaba cada movimiento-, Empire Strikes Back supera de mucho el cuño de space opera de su precedente para erigirse en una brillante historia que, aunque clasificada a partir de sus múltiples segmentos aventureros, consigue extraer de los elementos una inusitada carga dramática, todo ello arropado por el enorme dinamismo de la narración visual –que no da tregua- y de los portentosos diálogos que Brackett/Kasdan se sacan de la manga y que, transcurridos tantos años desde el estreno del filme, han pasado a servir a la quintaesencia de esa condición mitológica adquirida por los personajes protagonistas.
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