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criaturas celestiales

criaturas celestiales

Heavenly Creatures

Director: Peter Jackson.

Guión: Peter Jackson y Fran Walsh

Intérpretes: Kate Winslet, Melanie Lynskey, Sarah Peirse, Diana Kent, Clive Merrison, Simon O’Connor.

Música: Peter Dasent.

Fotografía: Allun Boellinger.

Nueva Zelanda-GB-Alemania. 1994. 108 minutos.

 


 

 

Del gore al mainstream

 

 

Entre otros epítetos que hablan del talento y méritos personales de Peter Jackson, su filmografía merece la calificación de “chocante”. Empezó con tres largometrajes de filiación netamente gore, dos de ellos – Meet the Feebles, Braindead- propuestas que destacaron por renovar el género e incluso abrirlo a nuevos públicos (el otro, Bad Taste, fue su opera prima, filmada casi sin medios durante diversos fines de semana). Después llegó la megalómana y brillante trilogía que adaptó para la gran pantalla el clásico por excelencia de JRR Tolkien, The Lord of the Rings, y la no menos elefiantástica y a menudo estimulante versión-homenaje de King Kong. ¿Y en medio? ¿Cuál fue el tránsito? Pues otro tríptico, de lo más variopinto: The frighteners, una comedia de fantasmas, divertida, su película más convencional; Forgotten Silver, un falso documental cinéfilo fascinante; y esta Heavenly Creatures, película que deja patente la inmensa capacidad de Jackson para moverse por donde le da la gana con la mayor soltura.

 

 

Drama fantástico

 

 Heavenly Creatures narra la historia real de dos chicas que planearon y cometieron el asesinato de la madre de una de ellas. Podría ser carne de telefilme al uso, podría dar lugar a una narración efectista, a un drama descorazonador... Jackson rehuye todas las opciones, incluso una clásica, y enfoca el filme desde el punto de vista más improbable: la visión fantástica. Y, mira por donde, se saca de la manga una película que, cargada de intensidad, no traiciona la narración elemental, pero la expande a límites insospechados, y acaba convirtiéndose en una lucidísima mirada sobre los conflictos de la adolescencia, el despertar sexual, los sueños y la frustración.

 

 

         El mundo ideal

 

Jackson (coautor del férreo guión con su esposa Fran Walsh) alterna la narración convencional de los acontecimientos con los segmentos que podríamos catalogar de “subjetivos”, que van desgranando el mundo ideal, de fantasía que las dos chicas protagonistas van construyendo a su medida, hasta límites de hermetismo insoportables. En ambos casos, su puesta en escena, del todo imaginativa, consigue arrancarle un ritmo trepidante a la película, que transcurre ardua ante nuestros ojos, que apenas tienen tiempo de darse cuenta de que la historia se va recargando, traspasando todos los límites a los que nuestra percepción de una historia de este corte nos tenían acostumbrados. El desenlace no elude ciertas dosis de sordidez, unos momentos de suspense perfectamente desplegado que alcanzan un clímax de sequedad, acongojando al más pintado. Cuando los créditos finales desfilan ante nuestros ojos, nos damos cuenta: hemos desfilado por momentos propios de casi todos los géneros cinematográficos, todo un abanico de emociones de lo más diversas, todas reunidas bajo la consigna de la magnífica historia que Peter Jackson nos ha contado.

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