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arsénico por compasión

arsénico por compasión

 

Arsenic and Old Lace.

Director: Frank Capra.

Guión: Julius J. Epstein y Philip G. Epstein, basado en una obra de Joseph Kisselring.

Intérpretes: Cary Grant, Josephine Hull, Jena Adair, Raymond Massey, Peter Lorre, Priscilla Lane.

Música: Max Steiner.

Fotografía: Sol Polito.

EEUU. 1944. 118 minutos.

 

 


 

 

Comedia negrísima

 

Muy particular homenaje de Frank Capra a las gentes del Brooklyn neoyorquino mediante esta comedia negra negrísima que subvierte las reglas de lo risible y lo terrorífico para abrazar una especie de vaudeville siniestro que acaba encontrando su razón de ser en la locura propia e impropia de todos y cada uno de los participantes en la singular trama.

 

 

Delirio argumental

 

La historia, concentrada en una noche -víspera del viaje de novios de Mortymer Brewster (Cary Grant, desatando su vena más histriónica)-, y en un lugar -la residencia de sus venerables tías-, se convierte en manos de Capra en una comedia de enredo que se va enmarañando cada vez más, que abraza cada vez más personajes (la pareja recien casada, el hermano asesino y su médico, las ancianas, el tío que se cree Theodore Roosevelt, los policías, el psiquiatra de Newdale y hasta el taxista que espera junto al cementerio) y que juega con asombrosa facilidad con el gag visual y el dialogado, construyendo un laberíntico intrincado de delirios argumentales que da lugar a un sinfín de peripecias de lo más risibles, resuelta al final por Capra con la pericia y absoluto control que lo convirtieron ya en su día en “el hombre por encima del título”.

 

 

Oasis cómico

 

Cierto es que esa constante avalancha de gags y situaciones frenéticas acusan cierto hastío en una revisión del filme, pero esa cierta fungibilidad tiene mucho que ver con los desternillantes efectos que los innumerables gadgets argumentales producen en el momento de su descubrimiento. Si se analiza con un mínimo detenimiento la filmografía de Capra, se encuentran quizá las razones del tono y sentido de Arsenic and old lace, de ese hiperbólico histrionismo, tan campante que se atreve a subvertir las leyes de la lógica, y que en ocasiones ha sido menoscabado por ciertos críticos que cuentan a la presente entre las peores obras de su autor: desde que en 1941 realizara Meet John Doe, Capra se hallaba metido hasta los tuétanos en la filmación de su celebérrima serie sobre la Segunda Guerra Mundial. Cuando tres años después dispuso de un respiro para volver a la ficción no es de extrañar que quisiera plantear los términos de su narración en los términos que lo hizo. Arsenic and old lace supuso un oasis en forma de comedia: tras su realización  volvería a aquella serie durante dos años más, a cuyo término emprendería el viaje de It’s a wonderful life!

 

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