el nuevo mundo
The New World
Director: Terrence Malick.
Guión: Terrence Malick.
Intérpretes: Q’Oerianka Kilcher, Colin Farrell, Christian Bale, Christopher Plummer, Wes Study, Jonathan Pryce, Ben Chaplin.
Música: James Horner.
Fotografía: Emmanuel Lubentzki.
EEUU. 2005. 137 minutos.
El hombre y la naturaleza
Merodean las voces que denostan el cine de Malick por acusaciones que van del “esteticismo gratuito” a “narraciones soporíferas” (esto último, patrimonio casi exclusivo de los que van al cine a que les mareen la vista con FX vertiginosos a los que ni siquiera les piden sentido). Otra y considerable facción crítica valora en justa medida su poco prolífica pero intensa filmografía, ya desde su brillante opera prima Badlands, pasando por la menos fértil Days of Heaven y por la excesiva y arrebatadora The thin red line, hasta esta última y flamante The New World. Tras el visionado del filme que nos ocupa, apetece revisar The thin red line y comprobar lo que aquel filme tenía de antesala del presente. Podríamos decir que en The thin red line se radicalizaban los postulados narrativos y visuales esgrimidos por Malick, buscando frutos sinérgicos de la experimentación. Esas estrategias formales y categóricas parecen cristalizar con maestría en The New World, donde el realizador tejano escoge una temática donde le resulta bien viable dejar patente sus opciones escogidas en lo concerniente al lenguaje cinematográfico. Como en su precedente, las imágenes se caracterizan por una mayúscula belleza plástica –y no se trata tanto de los indómitos parajes retratados sino del modo en que Malick los filma-, y esas imágenes, que pretenden detener el tiempo y provocan en el espectador un sentimiento de fascinación/abstracción que nos recuerda los perfeccionistas métodos de Kubrick, se pone al servicio de un discurso, reflejado en las diversas voces over -que con esa cadencia tan leve se van escuchando- que se erigen en una compilación de percepciones de tipo filosófico –reflexiones sobre el género humano y sobre el leit-motiv del (des)equilibrio del hombre con la naturaleza-.
La narración y el tono
El preciosismo fotográfico (inmenso trabajo lumínico), la utilización de la música y la carencia de diálogos conforman una secuencia expositiva que, contra la apariencia superficial, nada tiene de lánguida: en realidad suceden muchas cosas en todo momento, tamizadas por el tono deliberadamente contemplativo que Malick propone al espectador: de la narración de una colonización –con visos realistas- se pasa al relato de una historia romántica bigger than life, que después –cuando la narración transita al punto de vista de Pocahontas- se vuelca en la radiografía del contraste cultural (diferencias entre personas y naciones, entre modos de ver, vivir y comprender), secuenciado en la nueva relación sentimental de la indígena con el personaje que encarna Christian Bale y en el viaje a Inglaterra.
De la belleza al espectáculo
Lo que a mi juicio convierte esta The New World en una indiscutible obra maestra del cine es lo evidente que resulta que Malick ha alcanzado el absoluto dominio de la técnica cinematográfica y la utiliza para sus propósitos: sin contener un solo efecto especial, The New World es una de las películas más espectaculares que se pueden visionar actualmente en los cines; de una forma que no puede calificarse por menos que soberbia, Malick declina toda convencionalidad, y mediante las texturas visuales y el montaje invoca la senda lírica hacia su discurso. A modo de ejemplo, fijémonos en el modo sublime en que un montaje de diversas secuencias cortas nos narra la muerte de Pocahontas de una forma que, a esas alturas de la narración, parece anecdótico: tal es el grado de fascinación y abstracción al que ha sucumbido el espectador. Malick entiende y nos hace entender que sus cantos a la belleza natural y a los paraísos perdidos que describe en sus filmes sólo pueden despacharse “desde dentro”, esto es tratando de dotar a su cámara, a las imágenes, del sereno equilibrio y sabiduría de la madre Naturaleza.
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