amen.
Amen.
Director: Constantin Costa-Gavras.
Guión: Jean cLaude Grumberg y Constantin Costa-Gavras, basado en la obra de Rolf Hotchhuth.
Intérpretes: Mathieu Kassovitz, Ulrich Tukur, Ulrich Mühe, Michel Duchaussoy, Ion Caramitru, Friedrich von Tun.
Música: Armand Amar.
Fotografía: Patrick Blossier.
EEUU. 2002. 130 minutos
Uno de los últimos proyectos del siempre combativo director Constantin Costa-Gavras le llevó a enfrentarse al tristemente célebre holocausto judío desde una perspectiva inédita, políticamente incorrecta, y por ello muy estimulante. Las trágicas imágenes que Spielberg y Polanski se arrancaron en sus dos grandes películas sobre el tema quedan (casi) en off en este caso: Costa-Gavras prefiere dejarlas en elipsis y en unas continuas secuencias de transición que muestran el incesante ir y venir de trenes de carga por la geografía alemana -erigiéndose esos trenes, eso sí, en el auténtico leit-motiv del filme-. Esta estrategia narrativa sirve a la perfección a los propósitos del sabio realizador, toda vez que consigue arremeter todo el dramatismo de una forma inasible pero cierta, a sabiendas de que el espectador conoce perfectamente lo que le están sugiriendo, y permitiéndole de este modo concentrarse en esa óptica que propone, que parte de un agente de las SS, nazi convencido, pero que repudia la radicalidad de la política antisemita, pasando luego (la narración) al punto de vista de un jesuita con contactos en las más altas esferas del Vaticano, y donde se despliega la carga discursiva del filme, que retrata, con todo lujo de detalles, las razones por las cuales la Iglesia Católica se negó a impulsar -y a hacer extensible a sus fieles y a la opinión pública internacional- la denuncia contra la política nazi respecto a los judíos.
Fe y Política
El personaje de Ricardo, bien encarnado por Mathieu Kassovitz, refleja el progresivo descubrimiento de la diferencia entre la Fe cristiana en abstracto y las razones de oportunidad o necesidad política de su jerarquía humana, y de cuan fácilmente la primera perece ante lo segundo. Con la cámara exprimiendo la opulencia y suntuosidad de los escenarios, gestos y palabras de los actores que intervienen y deciden en la Santa Sede, Amen. establece su reivindicación, su denuncia, en la opción que emprende, en su desesperación, el padre Ricardo. En el epílogo, cerrando un círculo macabro, descubrimos que la salvación en este mundo sólo queda garantizada a aquéllos que carecen de escrúpulos.
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