collateral
Collateral.
Director: Michael Mann.
Guión: Stuart Beattie.
Intérpretes: Jamie Foxx, Tom Cruise, Jada Pinkett-Smith, Mark Ruffalo, Peter Berg, Bruce McGill, Javier Bardem.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Dion Beebe y Paul Cameron.
EEUU. 2004. 108 minutos.
Tras dos incursiones en el género dramático (especialmente estimulante The Insider), Michael Mann retoma el territorio del thriller con esta Collateral, suerte de descenso a los infiernos de un individuo normal y corriente, un taxista, al que una serie de coincidencias obligan a trasladar de un lado a otro de Los Angeles a un asesino en serie durante toda una noche.
Taxi
Premisa más o menos convencional, que el pulso de Mann enriquece con su cada vez más reconocible personalidad y la sabiduría del buen narrador, consiguiendo arrastrar al espectador en un auténtico vorágine por los peligros de una noche sin alma, en una ciudad sin alma. Tomando en consideración que el guión, por otra parte bastante solvente hasta su desenlace, de Stuart Baird, sitúa buena parte del metraje dentro de un vehículo, es interesante comprobar los hábiles tejemanejes visuales que el bueno de Mann, con una puesta en escena de lo más sobria, se ingenia para mantener la algidez en la atención y la tensión, por no hablar de la destreza técnica en el manejo de la profundidad de campo. Como contrapunto a ese leit motiv narrativo siempre presente, el filme se procura sus destellos de acción y violencia resueltos con expedición y gran efectividad (especialmente rescatable al respecto es la planificación de la sórdida escena del tiroteo en una discoteca, auténtica explosión y alarde de fuerza visual).
Atmósfera
La carga alegórica del filme, aunque obvia, está bien ataviada en la densidad atmosférica que es lo que en definitiva acaba erigiendo el corpus narrativo del filme. En relación con ello, los interesantes apuntes psicológicos de los personajes (de los que no son ajenos la innegable química que existe entre Foxx y Cruise, ambos resolviendo su papeleta con mucha solvencia –en el caso de Cruise, su mejor interpretación desde que le dirigiera Stanley Kubrick-), construídos a base de los conflictos verbales o de miradas como la que Vincent le dedica al taxista cuando le salva la vida en el cibercafé-discoteca, se desmerecen muy mucho en un desenlace, que por muy bien filmado que esté, no deja de ser demasiado simplón y desaprovechado. Es lo único que empaña este trepidante producto, que elude los recurrentes tics de los productos habituales de la industria, y que da muestras –en muchos momentos puntuales- del inmenso talento e indudable carisma de Michael Mann.
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