deseando amar
Fa yeung nin wa/
In the Mood for Love.
Director: Wong Kar-Way.
Guión: Wong Kar-Way.
Intérpretes: Tony Leung, Maggie Cheung, Ping Lam Siu, Rebecca Pan, Kelly Lai Chen.
Música: Michael Galasso, Shigeru Umebayashi.
Fotografía: Christopher Doyle.
Hong Kong. 2000. 104 minutos.
Tras haberse labrado cierta reputación entre los circuitos de cine independiente –con filmes de cierto renombre como Chungking express o Happy together-, Wong Kar-Wai rompió la baraja de su filmografía con esta superlativa pieza lírica, In the mood for love, que fue recibida con todos los parabienes en el festival de Cannes de 2002 y pasó a convertirse rápidamente en una cult movie. Partiendo de un plausible, empecinado afán entre el retrato sociológico (el Hong-Kong de las décadas cincuenta y sesenta) y los rebatos del romanticismo más exacerbado, el más célebre realizador de Hong-Kong filma un auténtico tratado de la sugerencia y la pulsión erótica más sutil. Construida a base de set-pièces que van efectuando pequeñas variaciones en la coda narrativa, la puesta en escena de Kar-Wai se caracteriza por el máximo aprovechamiento -con la mayor lucidez y capacidad de sugestión- de los contrastes lumínicos, y por una meticulosa, brillantemente planificada utilización de la música (en ocasiones, diegética), a la que dota de un acusado sentido narrativo que nos recuerda lejanamente las formas del maestro Scorsese.
Improvisación y montaje
Al parecer, la trama utilizada para esta exquisita introspección en las relaciones humanas que Kar-wai rubrica partió de una simple idea, de un solo sketch (el que transcurre en la habitación 2046), que el realizador fue estirando con muchas fórmulas de improvisación durante el rodaje, muchas de las cuales tuvo que descartar en post-producción (puede así decirse que este filme es una de las demostraciones más plausibles de la certeza de aquella máxima que dice que el cine es puro montaje). El mencionado rodaje da buena cuenta de una obsesión perfeccionista parangonable a la de Kubrick, por su duración (al igual que Eyes wide shut, Kar-Wai tardó más de un año en darlo por terminado) y por la continua experimentación de la química entre los protagonistas Maggie Cheung y Tony Leung –ambos, excelentes en su asunción del peso de la trama en la sutileza gestual que revela las más íntimas pulsiones emocionales-.
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