justicia para todos
... And Justice for all.
Director: Norman Jewison.
Guión: Barry Levinson y Valerie Curtin.
Intérpretes: Al Pacino, Jack Warden, John Forsythe, Jeffrey Tambor, Christine Lahti, Lee Stransberg, .
Música: Dave Grusin.
Fotografía: Victor J. Kemper.
EEUU. 1979. 112 minutos.
Un director de su tiempo
Aunque actualmente esté más bien olvidado, Norman Jewison era un director con cierta reputación dentro del panorama cinematográfico americano sobretodo de los setenta (reputación labrada con filmes tan dispares como “¡Qué vienen los rusos!”, “En el calor de la noche”, “Jesucristo Superstar”, y ya en los ochenta “Agnes de Dios” y “Hechizo de luna”), y con cierta tendencia izquierdista, de incardinación con los movimientos proderechos civiles que habían germinado (y alcanzado su apogeo) en el periodo que fue del conflicto bélico en Vietnam al escándalo Watergate. No es de extrañar, pues, que para hacer una película como la que nos ocupa, ...And justice for all, Jewison reuniera sus fuerzas con un actor como Al Pacino, quien en aquella década, tras el éxito de The Godfather, realizó filmes de denuncia social más o menos velada, como Dog Day Afternoon y Serpico.
Crítica a la Administración de Justicia
Ya desde su propio título, que remite (textualmente) a uno de los valores consagrados en la Constitución americana, el filme se sirve de los diversos avatares de un abogado penalista con jurisdicción en la ciudad de Baltimore (que es Baltimore como podría ser cualquier otra) para lanzar una radiografía punzante sobre el funcionamiento de la Administración de Justicia en los States, una mirada muy enérgica y crítica tanto a los vicios y laberintos de las inútiles esferas burocráticas como a las insoslayables diferencias de trato dependiendo de la condición económico-social de los justiciables. Esto es, una toma de postura socializante respecto al funcionamiento de tan trascendental institución, toma de postura con la que puedo afiliarme más por mi experiencia en el gremio que por los méritos discursivos del filme. Y ello es así porque resulta evidente lo que Jewison pretende decir, pero no está suficientemente bien desarrollado. Cierto es que resulta un tema además de escabroso, complejo, y quizá por ello Jewison recurrió a la puerilidad, describió los juzgados como un circo (en el que uno de los abogados pierde la chaveta y uno de los jueces la perdió hace tiempo y parece orgulloso de ello), decidió que dos de los clientes de Ralph fueran víctimas del sistema (en su grado máximo, pues ambos mueren), y nos pintó sin matices la condición supina de canalla (amén de violador) que a los ojos del público tiene el juez que incorpora John Forsythe.
Puesta en escena
Este tratamiento no sé si deliberadamente liviano acaba por minar el interés del filme, al que en cambio no se le puede objetar una magnífica puesta en escena –los magníficos encuadres descriptivos del día a día en los juzgados, en las salas de vistas, en los lavabos del edificio, en los despachos de los jueces...- y una atractiva interpretación de Pacino, a quien de paso podemos verle rindiendo homenaje a su maestro Lee Strasberg, quien interpreta a su abuelo y único familiar. ...And justice for all se empapa perfectamente del escenario vivo que quiere representar, y contiene situaciones de gran atractivo en el perfil psicológico, en la querella interna de Ralph, en los elementos adversos que se van cerniendo lenta pero segura sobre su integridad y que explotan en ese clímax bien rodado e interpretado pero acaso demasiado facilón. Prefiero mil veces el último plano del filme, cuando Ralph está sentado en las escalinatas del juzgado pensando en lo que ha hecho (y en lo que va a hacer, pues parece que su carrera de abogado peligra seriamente) y su compañero, al que suponemos recuperado de su crisis, pasa junto a él y le saluda quitándose la peluca en lugar del sombrero. Ahí sí que hallamos una perfecta manifestación de esa locura que se esconde bajo las pulsiones, negociaciones y responsabilidades del abogado.
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