running down a dream
Tom Petty & The Heartbreakers
Running Down A Dream
Director: Peter Bogdanovich.
Fotografía: Ted Hayash, David Sammons, Patrick Alexander Stewart
Montaje: Jeffey Doe, Mary Ann McClure
EEUU. 2007. 238 minutos.
Dedicated to Xavi,
& our two-lane blacktop
from New Jersey to Florida
Petty, Bogdanovich y el documental
El 21 de setiembre de 2006, Tom Petty & The Heartbreakers ofrecieron un concierto de 30 Aniversario en Gainseville, Florida, la localidad natal de Petty y de algunos de los miembros originales de la banda. Un año después, el 14 de octubre de 2007, se estrenó en el New York Film Festival esta Running Down a Dream, documental de cuatro horas de duración dirigido por Peter Bogdanovich que se adentra, sin miedo a la densidad, en la radiografía biográfica y discográfica del autor de Free Fallin’. Se trata de la primera incursión en el género documental de un cineasta tan chocante como Peter Bogdanovich, otrora énfant terrible del cine americano –que en los años setenta nos legara filmes como Target o esa obra maestra del Cine titulada The last picture show (1971)-, y que en los últimos años ha alternado tareas de crítico/historiador cinematográfico con tareas de realización de algunos episodios de la serie de culto The Sopranos.
Ritmo
Habla el propio Bogdanovich: "Me dije a mí mismo que si Martin Scorsese pudo emplear tres horas en seis años de la vida de Bob Dylan en el documental No direction home, yo podía invertir 32 horas en 30 años de la vida de Tom Petty". No se trata de parangonar uno y otro documentales, pero la radical aseveración del realizador sirve para centrar los términos de su propuesta. Cuatro horas, en efecto, es muy poco tiempo para recorrer tan luengo trayecto, y a fe mía que la destreza descriptiva y estructural del filme (que, como en la obra de Scorsese, rehuye al narrador en off para dejar que sean los biografiados quienes hablen, yuxtaponiendo sensaciones y pensamientos con los hechos insertos en imágenes, con profusa utilización de actuaciones musicales y fragmentos de videoclips) no da tregua al espectador; son cuatro horas a ritmo de los acordes más frescos del rock’n’roll prototípico de la costa oeste, es decir, cuatro horas que transcurren en un tris.
Running a dream
Puerta grande abierta a uno de los más míticos artistas rockeros contemporáneos, el filme deshoja la historia de ese sueño que enuncia el título del documental (acuñado de una de las tantas magníficas canciones de Petty), efectuando especial hincapié en la detallada progresión inicial del modo en que aquellos chavales del pueblo de Gainesville decidieron consagrar todos sus esfuerzos a emular a tipos que veían por la tele -gente como Elvis Presley (siempre Elvis) o como los Beatles- y se abrieron paso en una industria discográfica en la que aún era posible vender un sonido y no una cuadrícula, para saltar a la fama con sus primeros himnos, American Girl y Breakdown. El filme mima especialmente el punto de vista de Petty y de sus compañeros de banda, que meditan en voz alta sobre acontecimientos, algunos conocidos y otros menos, que han atravesado su singladura artística, sin descartar anotaciones críticas y referidas al éxito, la industria o hasta al showbiz. Siguiendo una guía eminentemente cronológica, conoceremos detalles de diversas de las giras del grupo, de gracias y desgracias en procesos creativos (p.ej. cuando Petty se rompió la mano tras dar un puñetazo a la pared del estudio donde estaban grabando Southern Accents), de encuentros y desencuentros en el seno de la banda (sin escatimar detalles del malogrado final de Howie Epstein), de la gloriosa gira compartida con Bob Dylan o de la fértil colaboración de Petty con Johnny Cash o con otros eminentes músicos que dieron a luz a una banda llamada Traveling Wilburys. Y en ese trayecto sobre el hombre que quiso aprender a volar, también hay espacio para mostrarnos que “coming down is the hardest thing”: Petty nos ofrece confidencias de tipo personal, reflexiones sobre sus malas relaciones con su padre, su doloroso divorcio o el terrorífico episodio del incendio provocado que arrasó su casa.
Los altares de la historia del Rock
El trayecto cinematográfico por el trayecto artístico se erige desde la voz de Petty y los diversos miembros de la banda, pero se enriquece con las reseñas de gentes como Jackson Browne, George Harrison (en documentos grabados poco antes de que nos dejara), Dave Grohl, Eddie Vedder, Roger McGuinn, Jeff Lynne, Stevie Nicks, Rick Rubin o Dave Stewart. Pero probablemente el mayor interés del documental radica en el abundante material inédito que Bogdanovich logró recopilar y nos muestra, desde home movies de 8 mm de un Petty adolescente a clips sonoros de las primeras bandas del artista, The Sundowners, The Epics y Mudcrutch, extrañas perfomances en televisiones europeas, y otras golosas muestras de archive footage que nos muestran idas y venidas de la banda en aeropuertos, o secuencias tomadas del off en los estudios de grabación. Todo ello conforma un monumental fresco, en el que parece que no falta nada y en el que está claro que no sobra nada. Una mirada que hermana lo objetivo con lo nostálgico, el sentido épico que es inherente a la lírica musical del rock’n’roll y a su esencia mítica. El magnífico sonido que caracteriza la música de Tom Petty, los refulgentes himnos que han ido erigiendo una discografía caracterizada por un talento y una coherencia estilística para nada reñida por el gusto por la experimentación. Una carrera artística que, si a alguien le quedaban dudas Bogdanovich se las despeja, se merece figurar en los altares de la historia del Rock.
Tom Petty en España
Termino felicitando al amante patrio del rock por el esfuerzo que le supone acceder a este documental, pues su adquisición no es fácil. Además, más le vale que sepa inglés (preferentemente, que conozca el acento de la costa este sureña de los States), porque el DVD viene sin subtítulos en castellano. Son cosas que pasan en este país, donde, eso sí, tenemos canales temáticos que nos recuerdan las 24 horas del día lo Triunfales que resultan ciertas Operaciones de marketing, Hannah Montana pasea multicolores por los escenarios impostados del IMAX, las niñas guapas se parecen a Christina Aguilera y, en fin, Ali Babá sigue rallando discos en los Cuarenta Criminales. Yo prefiero que Tom Petty me enseñe a volar, o, dicho de otro modo: Let there be Rock!
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