el declive del imperio americano
Le déclin de l’Empire Américain
Director: Denys Arcand.
Guión: Denys Arcand.
Intérpretes: Dominique Michel, Dorothée Berryman, Louise Portal, Pierre Curzi, Rémy Girard, Ives Jacques .
Música: François Dompierre.
Fotografía: Guy Dufaux.
Canadá. 1986. 106 minutos.
Renovarse o morir
Notable sátira cinematográfica urdida y realizada por Denys Arcand a mediados de la década de los años ochenta del siglo pasado, que planteaba en clave de comedia dramática, a medio camino entre las tesis del Bergman tardío y los ítems narrativos de cineastas franceses como Claude Chabrol, una disección –casi podríamos hablar de incisión transversal- de las pulsiones, emociones y miserias de la burguesía, centralizadas en el elemento sexual por cuanto sirve de catalizador de revelaciones superiores: de la condición vital de una forma o modelo de vida que, como indica el título, se halla en proceso de transformación -si se acoge una mirada benévola- o decadencia y desintegración -si uno se ajusta a los momentos más tétricos que el filme promueve, que no son pocos-
Microcosmos burgués
Arcand enhebra su discurso con idéntica habilidad en el contenido –el texto, los diálogos- como en la estructura narrativa, que parte de un primer segmento de la obra caracterizado por la hilaridad, en el que se reúnen por separado cuatro hombres (profesores universitarios: uno casado, otro divorciado, otro más joven y soltero, otro homosexual) y cuatro mujeres relacionadas con aquéllos (esposas, compañeras sentimentales, amigas comunes, amantes) y en el que asistimos, mediante montajes cruzados, a las conversaciones sobretodo sexistas, aún desenfadadas, de unos y otras; después llegamos a la reunión de los ocho personajes-estereotipo en una cena en la que se producirá el inevitable choque y empezarán a desatarse los conflictos emocionales (o más bien psicológicos) que se habían planteado en lo precedente, para advenir una noche de catarsis dolorosas y un nuevo amanecer en el que Arcand, a título de epílogo, se permite abrazar la abstracción de su discurso y el simbolismo visual (esas imágenes de paisajes, de hermosas casas cubiertas de nieve y escarcha).
Perfiles psicológicos
Lo más interesante del caso es que, sin darse especiales ínfulas, sabemos desde el principio que Arcand sabe de lo que habla e incluso se atreve a participar de la misma condición middle brow de los personajes que describe, mediante una continua referencialidad a elementos cultos, filosóficos, políticos, sociológicos, que pueden leerse por el espectador en las situaciones planteadas como escucharse de los propios diálogos que cruzan los personajes en liza. Lo mejor del filme reside sin duda en la precisión con la que se van desgranando las situaciones individuales de cada uno de los personajes, por cuanto todos ellos obedecen a situaciones que, quizá paradójicamente, están perfectamente diferenciadas. En la tan certera abertura a los perfiles psicológicos de cada uno de esos personajes es donde Le déclin de l’Empire Américain promueve su clarividencia en el aparato estrictamente dramático: siendo este un filme de diálogos y discursos en off, no son pocas las situaciones –sobretodo en los últimos compases del filme- donde se producen las auténticas implosiones de personajes desde el más triste o ruin silencio.
Referencias, espejos
Es sin duda Le déclin de l’Empire Américain una película que recoge múltiples referencias previas pero logra llevarlas a un terreno propi(ci)o. Un filme sin duda excelso en su capacidad para sumergirse en el subtexto de unas vidas con apariencia de ordinarias e incluso plácidas, ávido por revelar los posos oscuros que laten bajo esa superficie que las alienta. Como sucede con todas las buenas películas, su referencialidad actúa como un espejo: viendo el filme me acordé de otro posterior, muy brillante, de Ang Lee, titulado The Ice Storm. Aunque Lee se situara en otros parámetros temporales (la década anterior) no me queda duda de que recurrió a la fuerza expresiva (e implosiva) de este filme para alcanzar su línea de tesis.
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