Blogia
VOICE OVER

ascensor para el cadalso

ascensor para el cadalso

 

Ascenseur pour l'Echafaud.

Director: Louis Malle.

Guión: Louis Malle y Roger Nimier, basado en una novela de Nöel Calef.

Intérpretes: Maurice Ronet, Jeanne Moreau, Georges Poujouly, Yori Bertin, Elga Andersen.

Música: Miles Davis.

Fotografía: Henry Dëcae.

Francia. 1958. 88 minutos.

 

 


 

Retomar el noir

 

 

Puede bien decirse que la puesta de largo tras las cámaras del realizador Louis Malle con esta Ascenseur pour l'Echafaud supuso un auténtico golpe de fuerza. Golpe de fuerza por lo que se refiere a la modernidad en la revisitación de un género, el noir, que si bien había dejado atrás su apogeo al otro lado del atlántico, aún coleaba con intermitencia. Malle con esta obra y poco después Godard con la celebérrima A bout de souffle se encargaron, como digo, de traspasar las coordenadas clásicas del género y vestirlo de otras formas que han pasado a los anales de sus filmografías de gala en particular y del Séptimo Arte en general. Aunque la operación cinematográfica de Malle no fuera tan licenciosa o desatada como la de Godard, Ascenseur pour l'Echafaud no deja de ser un filme que traspola a otras imágenes una premisa clásica del género: un triángulo amoroso, la frustración de los planes de un asesinato perfecto, y sus perniciosas consecuencias para los actores en la trama (idea instituida en el imaginario cinematográfico colectivo en la clásica adaptación de James M. Cain The Postman always rings twice, filme que por cierto había sido objeto de un muy particular remake por parte de Visconti –Ossessione-, obra previa a la que aquí tratamos y de muy diversa referencia, pero parangonable en cuanto a la (magnífica) experimentación de su autor con otras formas expresivas para el relato de idéntica historia).

 

     Música sobre blanco y negro

 

Malle parte de una arriesgada radicalización de la fotografía en blanco y negro como mecanismo narrativo, y de una atmosférica utilización de la música compuesta por Miles Davis, al parecer mediante la improvisación-, para abundar en el lírico tratamiento de unos personajes definidos mucho más allá de la lacónica medida de sus actos. Con el montaje paralelo –constante- entre el devenir de los dos actores en la trama (y el énfasis a la barrera, sólo física pero insuperable, que los separa), y mediante la intromisión de terceros en discordia, el discurso de Malle lleva a las últimas consecuencias el hálito de fatalismo que el azar vierte sobre sus sufridos personajes, mediante una concatenación de desgraciadas casualidades que acaban erigiéndose en un auténtico puzzle de agravios para los protagonistas (y para los propios espectadores, que desde los primeros compases del filme reciben las primeras descargas de esa fatalidad, y no la abandonan hasta el trágico desenlace). La sabiduría del Malle guionista consigue el encaje de todas aquellas piezas, pero es el Malle que pone en solfa las imágenes de desabrigo quien logra estremecer al espectador mediante su constante y cada vez más claustrofóbico retrato del modo en que esos vínculos emocionales arrastran a los personajes en el vendaval de infortunios que se ciernen sobre ellos, y desde la distancia insalvable que les separa.

 

 

Blow up

 

Al final, las imágenes reproducidas, no por el cinematógrafo pero sí por el revelado de unas fotografías, marcarán el hado de la pareja de amantes, introduciendo así el realizador una metalectura sobre la esencial relación entre la realidad que describe el género negro y su vehículo de expresión en imágenes.

 

0 comentarios